La sensibilidad dental se manifiesta en forma de dolor agudo, de corta duración, ante determinados estímulos mecánicos, químicos o térmicos. Es decir, que puede aparecer al comer algo dulce, muy frío o muy caliente e incluso durante el cepillado o al masticar.
Se produce cuando el esmalte que protege los dientes se debilita o cuando las encías se retraen y queda expuesta la superficie subyacente, la dentina.
La bulimia, el blanqueamiento dental, un cepillado vigoroso o con un dentífrico muy abrasivo, el consumo de bebidas ácidas, la recesión gingival, el tratamiento periodontal, el tratamiento ortodóntico y la xerostomía pueden aumentar la incidencia de este molesto síntoma. Además, la caries dental, los empastes desgastados o los dientes rotos o astillados pueden favorecer su aparición.
Formas de prevención
- Mantener una higiene bucodental adecuada en frecuencia y técnica.
- Cambiar el cepillo de dientes por uno de filamentos extra suaves.
- Usar un dentífrico poco abrasivo, que ayude a reparar la superficie del esmalte dental.
- Utilizar un colutorio específico para dientes sensibles.
- Servirse de un gel desensibilizante para los momentos más agudos.
- Consumir con moderación bebidas y comidas muy ácidas, muy dulces, muy calientes o muy frías.
- Visitar periódicamente al odontólogo para prevenir y, si no se ha llegado a tiempo, tratar la hipersensibilidad dental.
Si la sensibilidad dental se trata con productos adecuados de manera continuada se evitará la sensación dolorosa que provoca y podrá recuperarse la normalidad en dientes y encías.